Tocar y cantar para estos 15 chiquitos, hablar con ellos, jugar, mostrarles los instrumentos fue una fiesta para todos los que estuvimos ahí presentes. Recuerdo especialmente la conexión que sentí con Camila, una nena de 5 años con parálisis cerebral (nos enteramos que fue abandonada por su familia ahí).
Ella ante el estímulo que significó hacerle tocar el cello, reaccionó con una alegría y un entusiasmo que a toda la gente del lugar les parecieron milagrosos, a tal punto que cuando nos íbamos (bajamos una escalera con mas de 40 escalones), ella con la enfermera a su lado ayudándola, se asomó y empezó a bajar los escalones buscando el cello. Inmediatamente subí corriendo y la ayudé a bajar la escalera y el premio fue seguir disfrutando de los sonidos del cello.
Noté que disfrutaba mucho cuando pasábamos el arco velozmente sobre las cuerdas del cello (se le llama trémolo) y de pronto el movimiento cesó y ella con una sonrisa levantó la mirada hacia todos los que la estaban viendo como esperando nuestra reacción. Todos empezamos a aplaudir con lágrimas en los ojos.
Este proyecto crea un espacio donde estos encuentros se suceden continuamente y nos hacen sentir que con muy poco podemos contribuir a dejar un mundo mejor para todos.[/quote]